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¿Quién reta a Tamara Rojo?

por Santi Yagüe
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Reto, estímulo o desafío. Da igual. Todas son palabras a las que Tamara Rojo, actual directora del English National Ballet (ENB), parece no temer. Lest we forget ha sido la última prueba de ello. Este homenaje inspirado en el centenario de la Primera Guerra Mundial ha logrado reunir en Madrid a tres de los mejores coreógrafos británicos bajo la batuta de la artista española.

La palabra “reto”, en su quinta acepción del diccionario de la RAE, es definida como un objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta. Reto, estímulo o desafío. Da igual. Todas son palabras a las que Tamara Rojo, actual directora del English National Ballet (ENB), parece no temer. Más bien, todo lo contrario: hacen que se desarrolle en ella una suerte de magia y buen hacer capaz de arrancar a los espectadores de sus butacas para ovacionar cada uno de sus espectáculos.

‘Lest we forgetha sido la última prueba de ello. Así lo ha podido constatar Brit Es, invitada al ensayo general que tuvo lugar en la víspera de su puesta de largo ante el público madrileño.

Rojo — al frente del ENB desde 2012— ha logrado sumar el lenguaje de la danza al resto de disciplinas artísticas que un día decidieron plasmar lo sucedido durante este período de sangre y dolor.

Con las entradas agotadas días antes de su estreno en los Teatros del Canal de Madrid, este homenaje inspirado en el centenario de la Primera Guerra Mundial ha logrado reunir a tres de los mejores coreógrafos británicos bajo la batuta de la artista española. El resultado, una visión caleidoscópica de uno de los acontecimientos históricos que más ha inspirado al mundo del arte. Así, Rojo — al frente del ENB desde 2012— ha logrado sumar el lenguaje de la danza al resto de disciplinas artísticas que un día decidieron plasmar lo sucedido durante este período de sangre y dolor.

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‘No man’s land‘, pieza con la que arranca el programa, recrea la atmósfera de las fábricas en las que las mujeres desempeñaban aquellas labores que habían quedado abandonadas con la partida de los hombres al frente. Son ellas, las mujeres, las verdaderas protagonistas de esta coreografía dirigida por un joven Liam Scarlett. “A estas mujeres se las denominaba ‘canarios’ porque los componentes químicos que manipulaban coloreaban sus manos de amarillo. Era veneno para su piel. Esa imagen de las manos amarillas me resulta fascinante”, señala el coreógrafo.

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Fotos © cedidas por ENB

La tradición y el tecnicismo del ballet clásico se unen aquí a una eficiente máquina en la que el diseño de Jon Bausor y la música de Franz Liszt —con fragmentos de Harmonies poétiques et religieuses— destacan como principales engranajes.

A continuación, al compás de Stravinsky — de la mano de la Orquesta Sinfónica Verum—, George Williamson muestra una efectista fábula bajo el título de ‘Firebird’. En ella, su director realiza un guiño al futuro describiendo un mundo en el que los recursos naturales se han agotado y los humanos, que se consideran una fuerza superior, quieren explotar y reemplazar la naturaleza. Posiblemente, la pieza más onírica y conceptual de las tres debido a su trasfondo ecologista.

Especial mención merece el juego de colores que se crea sobre el escenario gracias a un cuidado vestuario diseñado por David Bamber con la colaboración del Instituto Marangoni.

Como colofón final, Dust, premio a la Mejor Coreografía Moderna en los Critic’s Circle National Dance Awards del pasado año. Una propuesta diferente y arriesgada con la que Akran Khan consigue mantener al espectador expectante —valga la redundancia— hasta el último movimiento. Un ejercicio de ritmo corporal cuyo máximo esplendor puede disfrutarse ya en su escena inicial gracias a una coreografía inspirada en el sistema mecánico del cuerpo que creó en su día Dimitris Papaioannou. De fondo, Edward Dwyer, soldado británico que sirvió en la contienda, habla sobre su vivencia y entona ‘We’re Here Because We’re Here‘ (marcha militar creada por los propios soldados).

De manera unánime nos señalamos unos a otros los erizados vellos del brazo mientras aplaudíamos y vitoreábamos a la compañía en este cierre apoteósico. Y no fuimos los únicos. Toda la platea rompió, con elogios hacia lo que acababa de ver, el denso silencio que allí se había instalado.

La combinación de todos estos recursos escénicos, junto con el intenso trabajo de los bailarines y las bailarinas, tiene como resultado una muy potente pieza de danza moderna. Sin lugar a dudas, el mejor cierre posible para el espectáculo.

O al menos así lo sintió el equipo de Brit Es allí presente. De manera unánime nos señalamos unos a otros los erizados vellos del brazo mientras aplaudíamos y vitoreábamos a la compañía en este cierre apoteósico. Y no fuimos los únicos. Toda la platea rompió, con elogios hacia lo que acababa de ver, el denso silencio que allí se había instalado.

De este modo, para nosotros terminaba una velada muy especial en la que las directrices en vivo y los nervios propios de un pre-estreno nos permitieron disfrutar, durante tres horas, de la magia del ballet en todas sus vertientes.

Para Tamara Rojo, presumimos, finalizaba la que podría ser la mejor respuesta posible al reto que un día decidió asumir.

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