Abrumadora semana de ferias en Madrid. Segunda parte.

Madrid llama a agentes del arte por muchos motivos a lo largo del año y si estas brillantes iniciativas las esparcimos un poco, podremos ganar todos. Las ferias tendrán más público en sus actividades, las galerías más visitas y los asistentes podremos respirar y tomar un vino antes de meternos en el metro para la siguiente visita.

Visité JustMad, en el colegio de arquitectos en plena calle Hortaleza. Es una de las ferias satélites que más éxito han tenido. Se ha consolidado como una feria de emergentes y toca también diseño y proyectos no galerísticos. Allí me encontré con Omar Castañeda y Hernán Darío Barros con su stand de ‘Food of War’. ¡Qué decir de ellos si participé en la creación de su manifesto! Investigan platos culinarios que han aparecido durante tiempos de guerra, alimentos cuya producción generan conflictos entre países o pueblos, consecuencias de desastres de guerra que afectaron a maneras de alimentarse…

Galería Marisa Marimón © Tamara Feijoo

Es un proyecto amplísimo que nos lleva a diversas exposiciones por todo el globo. Ya tocó Israel y Palestina, España, Italia, Ucrania, Colombia y pronto irá a Bielorrusia. En su espacio hubo comida, música, fotografía, vídeo, performance y una enorme explosión atómica comestible. Los participantes fueron, además de los dos ya mencionados, Quintina Valero, Simone Mattar, Zinaida Lihacheva y Carolina Muñoz. Este es sin duda uno de los proyectos emergentes más potentes que he visto y promete dar que hablar a nivel global.

Fueron tres las galerías que más me gustaron de la feria JustMad. La madrileña Combustión Espontánea que nos trajo los óleos del Brit Es Alan Sastre, la Galería Metro de Santiago de Compostela con la obra de David Catá y la ourensana Marisa Marimón, que con más de 20 años de trayectoria apostando por emergentes nos trajo a dos excelentes artistas: Eva Díez y Tamara Feijoo.

Está claro que JustMad apuesta por lo emergente. Tanto Alan Sastre, como Catá, Eva Díez y Tamara Feijoo son artistas jóvenes luchando por un puesto en el panorama artístico actual. En la charla ofrecida por Gregorio Cámara, director de la feria, aseguraron que, a pesar de las devastadoras cifras de comparativa de los recién licenciados a los que realmente consiguen vivir de sus obras, la mirada hacia el futuro es optimista. Los artistas buscan ahora horizontes más inmediatos, como el diseño, la ilustración, las ediciones limitadas… Son muchos pero son potentes, y también hay mucho más público objetivo. ¡Dejad que los jóvenes artistas se acerquen a mí!

Muy cerca de esta feria, también en la calle Hortaleza pudimos deleitarnos con la segunda edición de Casa Leibniz. Es una exposición contemplativa para relajarte dentro del furioso mundo comercial de las ferias. Es un proyecto de Espacio Valverde, en Madrid, que aúna otras galerías y proponen artistas emergentes y consagrados en armonía con textos de distintos escritores contemporáneos. Allí estaba la galería Yusto-Giner con el Brit Es Miguel Laíno, del que ya hablamos aquí en alguna ocasión. Su pintura enigmática e inquietante estaba acompañada de una excelente instalación de dos piezas del ourensano Jorge Perianes, llevado por la galería Max Estrella. Creó un juego de volumen y simetrías con espejos. La pieza del balcón fue la más impactante, con una calavera invertida y el reflejo del cielo madrileño.

Volviendo a Londres en el avión no dejaba de darle vueltas a la intensidad de la semana.(…)¿Realmente merece la pena amasarlo todo en la misma semana? Madrid llama a agentes del arte por muchos motivos a lo largo del año y si estas brillantes iniciativas las esparcimos un poco, podremos ganar todos.

Casa Leibniz fue una sorpresa agradable, la verdad. El espacio en el palacio de Santa Bárbara nos devuelve a la tranquilidad de una exposición comisariada relajada, en donde las luces no son blanco brillante ni las paredes de pladour. Me gustó encontrarme en la planta baja con algunas obras del controvertido y divertidísimo Julio Falagán. Le gusta transformar pinturas y postales que va encontrando por el camino. Presentó bastantes piezas y la que más me gustó fue curiosamente la más pequeña, casi escondida entre todas las demás. Era una pequeña postal enmarcada donde superpuso nubes flotantes en el espacio. Muy delicado, lo cual me sorprende en Julio ya que lo que más le gusta a él son las cosas más sucias, grandes y rotas. Este castellano trotamundos fue el impulsor de una actividad nueva en la semana de ferias de Madrid. Se trata de la exposición colectiva Otra puta feria más con sede en la galería que lo representa 6más1. Desafortunadamente no he podido asistir pero la idea fue sin duda muy rompedora ya que se propuso hacer una dura crítica al sistema del mercado del arte actual mediante la exposición nada menos que de 74 artistas emergentes. (Julio, si me lees, cuéntanos cómo fue y cómo ¡conseguiste comisariar a 74 personas!)

Y sin querer, al salir de Casa Leibniz, me encontré de frente con la última de mis visitas en Madrid: La cuarta edición de Room Art Fair. Una idea muy americana que ha sabido adaptarse muy bien al ambiente madrileño. Cada habitación era un proyecto distinto. Había galerías nacionales e internacionales y proyectos comisariados específicos. Allí conocí a la comisaria y editora Marisol Salanova que presentaba una exposición de tres artistas en una de las habitaciones: Evelin Stermitz, Johnatan Machado y Violeta Nicolás. Reflexionaron sobre la soledad de un cuarto de hotel haciendo parangón con la obra de Hopper. Evelin, joven artista de performance, jugaba con barras de labios en el espejo del baño, donde colgaba una pata de jamón como símbolo de lo rancio de la cotidianeidad. Mientras esto pasaba en una habitación, dos más adelante estaba ‘Texturas sonoras’, otro de los proyectos de comisariado de la feria.

Galería 6más1 © Julio Falagan

María Castellanos Vicente fue la comisaria que lo presentó y el artista Alberto Valverde el ideólogo de un complicado (supongo que complicado) algoritmo matemático que recoge los sonidos que nuestro cerebro desecha a la hora de relacionarnos con el mundo. Es curioso pensar que nuestro cerebro actúa por nosotros sin consultárnoslo ¿no?. Él solito selecciona lo que necesitas oír, el resto, para fuera. Así que en una habitación totalmente oscura un proyector nos muestra cada 30 segundos la imagen gráfica de los sonidos que recoge. Me quedé un buen rato porque la interactividad de la pieza hace que investigues tus propios sonidos y te plantees lo que percibes y lo que no. Esta propuesta se llevó el premio de comisariado de la feria.

Volviendo a Londres en el avión no dejaba de darle vueltas a la intensidad de la semana. Asimilar todo lo que vi y sentí ha sido un proceso lento, pues cada iniciativa es totalmente distinta, a veces opuestas, pero igual de fascinantes. Aunar todo en una semana puede tener ventajas, ya que muchos, como yo, visitamos Madrid a propósito para esto. Pero no he visto ni un 30% de lo que podría haber visto. Por falta de tiempo y porque no se puede estar en dos sitios a la vez. Me hablaron de una feria más: We are fair, en la que participaron artistas y galerías de gran talla internacional. No he podido ni pensarlo. Tampoco asistí a Art Madrid, que seguramente estuvo brillante como en sus ediciones pasadas. No he visto decenas de propuestas expositivas de galerías, museos y centros de arte… Por no hablar de las charlas y talleres. ¿Realmente merece la pena amasarlo todo en la misma semana? Madrid llama a agentes del arte por muchos motivos a lo largo del año y si estas brillantes iniciativas las esparcimos un poco, podremos ganar todos. Las ferias tendrán más público en sus actividades, las galerías más visitas y los asistentes podremos respirar y tomar un vino antes de meternos en el metro para la siguiente visita. Piénsenlo señoras y señores…  estamos abiertos a comentarios. 

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Foto portada © David Catá / Cenizas 12, (Berlin, 2015)

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