Inicio Arte Olga Olivera-Tabeni. Portland del Ebro, la posibilidad de un Finisterre

Olga Olivera-Tabeni. Portland del Ebro, la posibilidad de un Finisterre

por Ana G. Chouciño

En Almatret, entre Aragón y Cataluña, a los pies del embalse de Ribarroja, resisten los restos de una cementera que nunca se utilizó. Portland del Ebro fue construida entre 1956 y 1962 por empresarios afines al franquismo.

La obra, inmensa e inútil, fue financiada mediante la venta de participaciones a pequeños inversores de toda España. Muchos se arruinaron; algunos, llegaron a suicidarse. Es difícil entender un proyecto de esta envergadura y su gestión tan nefasta sin pensar en una gran estafa. Sea especulación o fracaso, ha quedado la prueba, un cadáver de hormigón, incorruptible, que se resiste a convertirse en fantasma.

Olga Olivera-Tabeni (Lleida, 1972) trabaja con los territorios y sus límites, con las periferias, vinculadas demasiadas veces a la historia de las mujeres. Conocía estas ruinas,  sabía que este espejismo era real aunque la maleza empezase a devorarlo. Investigó el terreno, el real y el virtual. Caminó entre malas hierbas; navegó en la red en donde se encontró con antiguas acciones de Portland del Ebro, ahora en páginas de coleccionismo. En Una acció de comprar accions (2020) adquirió acciones en un gesto tan inútil como la propia ruina, quedando en evidencia lo ilógico del sistema capitalista. Su acumulación de acciones, ya sin valor, no es más absurda que la especulación de los primeros empresarios.

Una acció de comprar accions. Libro de artista, 2020

Actualmente apenas existen ya transacciones físicas, son sólo cifras y bits moviéndose en un universo paralelo, en un mercado de humo. Y estas acciones, convertidas ahora en obra de arte tras adquirirlas Olga, hablan de otra especulación, la del mercado artístico, regido por las mismas reglas capitalistas de cualquier otro negocio. 

En Tres històries de l’infraordinari (2021), Olga rinde un homenaje a Georges Perec, a sus historias minúsculas, a tirar del hilo para que un objeto lleve a otro, una vida a la siguiente, una cementera abandonada a otra, cruzando el mundo.

Tres històries de l’infraordinari, 2021

Tres vídeos narran tres historias. La de un banquero jubilado que sigue beneficiándose de la adquisición de estos títulos. También la de Igor, un argentino que compra y vende acciones descatalogadas de fábricas ya cerradas y que vive en la Pampa Argentina, curiosamente, en un complejo anexo a una antigua cementera, construido para sus trabajadores. Olga también recoge otra vida, la de Feliu Izard Gavarró, un jubilado con un gran conocimiento y fascinación por las viejas estructuras industriales y su maquinaria. Piezas aparentemente inconexas, pero que pertenecen al mismo puzzle, como los que obsesionaban a Perec. 

Forats. Libro de artista, 2020

Con Inventari (2020-21) y Forats (2021) Olivera-Tabeni continua con su homenaje al autor francés. Las exhaustivas descripciones y enumeraciones funcionan como un mantra, como la única manera de retener y entender el mundo. Olga también enumera objetos, pero no los que están, sino los que faltan. En Inventari tres vídeos grabados por drones recogen los huecos en este monstruo de cemento. Vacíos que se van cubriendo de vegetación, de agua, de tiempo. Las huellas de lo que ya no está, incluso el espacio reservado a lo que nunca estuvo, se observan ahora desde otra máquina, un dron que sobrevuela el espacio evidenciando la omnipresencia de estos artefactos. 

En Forats (2021), Olga fotografía de cerca estos vacíos. Imágenes en negativo convertidas en abstracciones. Nos recuerda a Gordon Matta-Clark (New York, 1943-1978), a sus cortes en edificios, a las grietas por las que vislumbrar otros mundos. 

Fòssils amb concret, 2021

Fòssils amb concret (2021) recoge, mediante calcos, los restos vegetales que resisten en los encofrados de madera. Las líneas sobre el papel semejan un dibujo automático, una traducción encriptada del bosque al papel.  Porque la naturaleza no ha cedido nunca. Decía Giuseppe Penone (Italia, 1947) que es la naturaleza la que completa la obra. Quizás sea este el fin último, el hormigón tiñéndose de verde, las raíces agrietando los cimientos. Matta-Clark había comprado 15 terrenos en Queens, espacios demasiado pequeños, imposibles de rentabilizar. Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972) catalogaba descampados. Para ambos artistas estos eran lugares de libertad, que deberían mantenerse lejos de la especulación. Son crítica al capitalismo pero también un homenaje a lo inútil, a los espacios de posibilidades. Olga reivindica Portland del Ebro: su ruina como una tierra ignota, un nuevo Finisterre en el que poder reinventarnos. 

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Portland del Ebro, de Olga Olivera-Tabeni, puede visitarse en La Cumprativa (Llorenç del Penedès, Tarragona) hasta el 17 de abril

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