Inicio Arte Espai Bigueta y la sonoridad del color. Redescubrir los espacios después del confinamiento

Espai Bigueta y la sonoridad del color. Redescubrir los espacios después del confinamiento

por Ana G. Chouciño

Llevamos meses redescubriendo nuestros espacios. Los hemos habitado más que nunca, reconciliándonos con antiguas grietas, reinventado rincones, apreciando la luz que golpea las paredes. En cuanto pudimos, nos arrojamos a la calle, pero ya mirábamos de otro modo. Antonio Cervera, comisario, galerista y gestor cultural, pasa largas temporadas en Villajoyosa desde que era niño, pero una cuarentena en una de las casas de esta localidad, las ansias por reconquistar sus calles vacías, le animaron a crear Espai Bigueta, un proyecto que es homenaje a una casa, a una calle y a un pueblo. 

El punto de partida fue una paleta de colores: rojos, azules, naranjas. Colores planos y brillantes, que ayudaban a los marineros a identificar sus casas desde mar adentro. Seleccionó a tres artistas cuyo trabajo va siempre vinculado al contexto, y los invitó a esta vivienda de la calle Bigueta, cedida temporalmente por una empresa privada para reconvertirse en espacio de arte. 

Carlos Maciá parte de los aciertos y los errores de la arquitectura. Sobre ella tensa los límites de la pintura. A veces fuerza al color a desbordar las fronteras asumidas, otras lo obstaculiza. El objetivo es encontrar la esencia, comprender su naturaleza.

Carlos Maciá / PIxo VII y Markers

En el Espai Bigueta su pintura se despliega como un animal buscando refugio.  Pixo es un homenaje a la Pichaçao brasileira, movimiento urbano que llenó de graffitis el San Paulo de los años 80. Más que una voluntad artística estas pintadas responden a la necesidad de dejar huella; es el intento de un grupo social marginado e incómodo por visibilizarse, recordándonos que están ahí, aunque no queramos verlos. Como en la Pichaçao, la pintura de Maciá parece convertirse en una grafía encriptada de líneas afiladas que invaden las paredes. 

En Markers, Maciá pliega placas de aluminio con su propio cuerpo. La forma que adquieren depende de su estado físico, su peso, su estado de ánimo. Crea así una arquitectura a la que después aplica pintura. Esta arbitrariedad contrapone su obra a la planificación y al anonimato de cualquier proceso industrial. De nuevo, se trata de dejar huella. 

Carlos Maciá / AL y Azul Ultramar

En AL, las líneas de Pixo se independizan de la pared. No es escultura, sino pintura en estado puro, color independizado. Remite también al contorno de Markers, a la abstracción de la arquitectura creada a partir de la potencia de un cuerpo.

Si todas sus obras utilizan la misma paleta de colores que las casas de Villajoyosa, Azul Ultramar es el homenaje definitivo. En la habitación a la que llaman la cambra, situada en el último piso de la Bigueta, Maciá realiza una intervención monocroma con la ayuda de una talocha esponja, una herramienta tradicional usada en los encalados de las fachadas de colores del pueblo. El azul ultramar deja entrever las imperfecciones de la pared, también la falta de homogeneidad durante el proceso. Otra vez lo manual se contrapone a lo industrial. Es su imperfección, el azar que lo gobierna, lo que lo convierte en huella, en registro individual e irrepetible.

Mientras Maciá trasladó la arquitectura de Villajoyosa al interior de la Bigueta, David Trujillo hace visible la Villajoyosa incorpórea, la materializa a través de sus propios colores.

La psicogeografía se basa en la idea de que el entorno geográfico afecta directamente al comportamiento de los individuos. Pero quizás no sea solo la geografía, quizás haya también un contexto invisible que modifique nuestras acciones. Se llama espacio hertziano a la infraestructura inmaterial que sustenta nuestro actual universo de telecomunicaciones: señales de wifi, radio, televisión, radiaciones electromagnéticas… 

David Trujillo / Villajoyosa Soundscape

David Trujillo ha realizado siete derivas por este pueblo recogiendo muestras de señales inalámbicas. En Villajoyosa Soundscape (Paisaje sonoro de Villajosoya) ha materializado estas señales, traduciendo frecuencias y ondas en sonidos audibles, pintura y vídeo. Hay paisajes invisibles que no por ello dejan de existir, Trujillo los traduce a mapas de colores y sonidos, para que apreciemos su belleza, pero también el peligro que entrañan.

The Corner of the Staircase

Su trabajo también cuestiona la fina línea entre ciencia y superstición. A medida que la ciencia avanza, le gana espacio a lo paranormal, pero hay territorios todavía sin respuestas. En The Corner of the Staircase (Rincón de la escalera), Trujillo muestra la fotografía de un un rincón de la escalera ya reformado. En la imagen, parecemos reconocer una cara. Se basa en el fenómeno de la pareidolia, por el cual reconocemos formas concretas, como una cara, en estímulos totalmente arbitrarios. Dos infografías completan la pieza: una recoge el paisaje sonoro de señales inalámbricas captadas en este espacio, mientras la otra capta los ruidos recogidos durante la noche. 

En Street Light Interference (Interferencia en el alumbrado público), una farola tumbada en el patio de la Bigueta se enciende o se apaga en cuanto alguien se acerca a ella. Trujillo reflexiona aquí sobre el Street Light Interference, un fenómeno ante el cual el alumbrado público puede variar la intensidad ante una presencia física. Se trata de acontecimientos ante los cuales, de momento, no siempre hay una explicación científica. David Trujillo unifica mapas, los visibles y los invisibles, los verificados y los intuidos, recordándonos que hay una realidad más allá de lo que vemos. 

David Trujillo. Street Light Interference

Tomás Soriano, arquitecto, cierra la exposición. Un conjunto de paneles situados en la Bigueta nos muestran sus restauraciones en varias viviendas del pueblo. El reto de restaurar una arquitectura de carácter humilde y doméstico, de colores poderosos y vibrantes, queda patente en sus intervenciones, que logran potenciar la singularidad de estas arquitecturas. 

La sonoridad del color es una invitación a recorrer Villajoyosa, la visible y la invisible, a inventar nuestras propias derivas después de que estos tres artistas nos hayan dado las claves. Para los que estamos lejos, es un recordatorio de que puede haber una ciudad diferente detrás de la que ya conocemos.

El Espai Bigueta permanecerá abierto hasta finales del mes de enero de 2021.

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