Con una factura artesanal, el trabajo de Koldo Camacho es moderno, de líneas simples, con gran influencia de la Bauhaus e incluye conceptos en la materialidad de los objetos que crea, como por ejemplo su reloj-espejo Partial. Usa materias nobles y juega con materias primas como metal, madera, luz y sal; todas trabajadas a mano por él.
Pensar en la trayectoria de Koldo Camacho nos obliga a imaginar un recorrido cuyo hilo conductor es el diseño. Originario de Donosti-San Sebastián, su trabajo le ha llevado a vivir y trabajar en Madrid, el sur de Francia y Londres; ha expuesto en la feria de Diseño de Milán y, más recientemente, en el London Design Festival.
En el taller puedo aplicar la parte práctica del proceso del diseño. Cuando diseñas algo realizas un trabajo en papel o 3D, pero no es algo físico. En cambio ahora sí lo estoy haciendo: empiezo con nada, con planchas de metal o de madera y es todo muy manual. Cortar a mano, construirlo y cuando termino un mueble me siento muy orgulloso.
Sus periplos nos llevan por un camino que no es el tradicional, pero que tiene su estampa. Quizá por ello el acabado de sus piezas refleja la importancia de crear objetos de calidad que perduran en el tiempo y crean dependencia a aquellos que adquieren o admiran sus piezas.
El planteamiento creativo de un diseñador que conoce en profundidad el proceso de producción y que además se atreve a abordarlo personalmente nos permite obtener objetos, ambientes y experiencias creadas para sentirlas, vivirlas y quererlas.
Con una factura artesanal, el trabajo de Camacho es, sin embargo, moderno, de líneas simples, con gran influencia de la Bauhaus e incluye conceptos en la materialidad de los objetos que crea, como por ejemplo su reloj-espejo Partial. Usa materias nobles y juega con materias primas como metal, madera, luz y sal; todas trabajadas a mano por él.
Tiene las ideas claras en cuanto a lo que busca y ha quedado con Brit Es en el Royal Festival Hall para contarnos la evolución de su trabajo, cómo empezó la búsqueda y dónde se encuentra ahora.
¿Cuál es tu formación?
Soy soldador. A los 22 años trabajaba en una fábrica y no era lo que me gustaba. Entonces en Donosti daban un curso de fotografía que era parte de la preparación de acceso a los estudios de diseño. A partir de ahí estudié interiorismo. Por mi interés en la escenografía quise estudiar algo más para complementar la formación, pero, para hacer una carrera completa a esas alturas ya era muy tarde.
Me fui a Madrid a estudiar Arquitectura Efímera, que se relaciona con el diseño de stands y escenografías. Me gusta la arquitectura, pero no me veo construyendo algo que se va a llevar cinco años de mi vida. Me gusta interiorismo porque es más rápido y muy puntual, en cinco meses tienes el trabajo hecho. Fue ahí donde me empecé a interesar por el mobiliario y su fabricación.
En Madrid estuve trabajando para una empresa puntera en el ámbito del diseño expositivo, con clientes como el Museo del Prado o el Thyssen. Por una parte fue muy gratificante, porque estás trabajando con obras de arte, creando el contenedor de esas pinturas. Pero es, a la vez, un poco frustrante, porque no puedes diseñar tanto. Lo importante ahí es la obra, entonces tienes que buscar el equilibrio.
Ya en Londres trabajas en el estudio de Matt Stanwix, ¿qué tal la experiencia?
Es un taller y lo que hacemos es fabricar mobiliario. No diseño casi nada, me dan casi todo hecho y me enfoco en la fabricación del objeto, que es lo que me gusta de estar ahí.
En el taller puedo aplicar la parte práctica del proceso del diseño. Cuando diseñas algo realizas un trabajo en papel o 3D, pero no es algo físico. En cambio ahora sí lo estoy haciendo: empiezo con nada, con planchas de metal o de madera y es todo muy manual. Cortar a mano, construirlo y cuando termino un mueble me siento muy orgulloso.
Me gusta el poder trabajar el proceso completo: diseñarlo, poder construirlo con mis propias manos y verlo terminado.
¿Tu visión busca la funcionalidad o la estética en el mobiliario?
Donde estoy trabajando ahora es más estético, son muebles comisionados que de funcional tienen poco. Y si bien no son de mi gusto, está siendo una buena escuela. En un futuro quiero tener mi propio taller y me gustaría trabajar series limitadas, no producción masiva.
En ese sentido, funcionalidad versus estética, yo voy más por la parte artesanal que combina lo estético con la calidad, unos valores que creo se están perdiendo. Vengo de una familia en que mi abuelo hacía unas maquetas de barcos brutales y era pintor también; mi padre también tiene muy buena mano y eso es lo que me gusta. El trabajo artesanal hecho a mano. Sé que es más difícil y ojalá diseñe algo que venda millones, pero no es lo que busco realmente.
¿Con qué material te sientes más a gusto trabajando?
Ahora sobre todo el metal, más que nada porque en el taller tengo las herramientas para poder fabricarlo y luego la madera. Pero también estoy con otro proyecto, en el que quiero trabajar con sal, estoy investigando intentando crear una textura con ella.
Estoy obsesionado con los faros: están relacionados con el mar, la sal y la iluminación. Es un concepto que quiero desarrollar y presentarlo para la próxima feria de Milán. Siempre estoy experimentando con materiales diferentes y cómo son afectados por la corrosión o el ácido, por ejemplo. Estoy en la etapa de experimentar, investigar y ver qué sale de ahí.
¿Cómo llegaste al London Design Festival?
En abril de este año estuve en Milán presentando el proyecto Flag Collection con una organización que se llama Ventura Lambrate, que también organizaron la primera versión de la feria aquí en Londres. Postulé, pagué por el stand y expuse. Durante la feria de diseño están las grandes marcas que llevan muchos años y lo de Ventura Lambrate era una zona de diseñadores jóvenes con menos recursos y, por lo mismo, se ven cosas muy interesantes, porque tienen la libertad para hacer lo que quieran.
Fue algo muy personal el participar en estas ferias. No sé cuanto más estaré en Londres y cuando vuelva quiero sentir que he hecho algo de provecho. Estuve en Design Junction, en New Oxford Street exponiendo Partial, que fue muy bien recibida.
Las dos ferias han sido experiencias muy buenas. Es la otra cara de ser diseñador, la parte logística de dedicarle tiempo a promoverte y mover tus productos. Puedes tener algo muy bueno, que si no lo sabes vender se queda ahí y nadie se entera, o puedes tener la suerte que alguien vea lo que haces y a partir de ahí conectar con más gente.
Lo que saqué en limpio con Milán es que presenté un proyecto mío, que a la gente le gustó y me quedo con eso. El reconocimiento también es bueno pero soy muy crítico conmigo mismo. Cuando presentas y a la gente le gusta, te da esa sensación de que lo que haces no esta tan mal.
¿Cuál es tu inspiración en lo que se refiere a diseño?
Hice un viaje a Barcelona cuando tenía diecinueve años y visité el Pabellón Alemán de Mies van der Rohe, de la escuela Bauhaus. Desde entonces mi referente es él. Muy racional, muy lineal, crea espacio solo con planos. Luego vas tomando cosas de diferentes disciplinas, distintos artistas, pero ese edificio y el trabajo de Mies van der Rohe me marcaron. Y, de hecho, siempre que voy a Barcelona voy a verlo.
Me gusta también mucho la pintura de Turner. Depende un poco del proyecto que hagas, vas cogiendo ideas o referencias de tu agenda, de tu archivo y vas creando.
Y Londres te inspira, la ciudad te inspira; salgo a pasear y siempre voy tomando notas. La semana pasada, por ejemplo, estuve en la Sommerset House en una exposición de ilustración y siempre sacas cosas de lo que te encuentras. Eso es lo que te ofrece una gran ciudad en comparación con pueblos pequeños de once mil habitantes cerca de San Sebastián, como de donde yo vengo.
¿Qué proyectos tienes a corto y largo plazo?
La Navidad pasada colaboré con unos chicos de Madrid que se llaman Luzinterruptus y fue una experiencia muy bonita. Estuve en Durham, cerca de Newcastle, haciendo un árbol de navidad con 3.000 bolsas de plástico iluminadas. Pasé muchas horas con gente de Durham, jóvenes y mayores, y me encantó. ¡Ibas por la calle te saludaban y reconocían sus bolsas plásticas!
Es algo completamente diferente a lo que hago y la experiencia con Luzinterruptus es muy interesante así que, en Noviembre, vuelvo a colaborar con ellos en este mismo proyecto en Stoke on Trent.
A largo plazo me gustaría tener mi taller; poder fabricar lo que diseño es lo que más quiero. Si no es algo mío me cuesta mucho trabajar en ello; trabajar con un jefe que te diga que hacer y cómo hacerlo no me llega tanto.
Veo el diseño como una forma de expresarte y eso es lo que busco: crear ese objeto que tienes en casa y que nunca lo quieres tirar. No quiero crear una mesa que a los dos años ya no te gusta y la tiras. Me acuerdo de mi madre que tiene dos dragones de cerámica y se los lleva a todas partes y yo, de hecho, los quiero para mí. Quiero crear ese tipo de objetos, los que nunca quieres tirar.
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